jueves, 4 de abril de 2013

¿Y TÚ…QUÉ TANTO SABES DE…?


¿Y TÚ…QUÉ TANTO SABES DE…?

Seguramente alguna vez asististe a una reunión muy chic y no supiste qué hacer con ese ejército de cubiertos y copas que se situaban en la mesa… o que tal que fuiste a una entrevista de trabajo y, aunque te preparaste mucho para aquel momento, algo pasó que te quedaste esperando esa llamada telefónica que te diera la noticia de ser el nuevo Director de Proyectos de Marketing… o peor aún, era tu primera cita con esa persona especial y solo te la pasaste hablando de tu ex-novi@, motivo por el cual no te volvió a llamar…

Si te sentiste identificado con alguna de estas situaciones, te tengo una noticia, necesitas  urgentemente conocer y poner en práctica EL PROTOCOLO, pero te preguntarás ¿Qué es eso y para qué me sirve?...

 El protocolo, es esa palabrita que tanto escuchamos y que suena, hasta cierto punto, muy complicada pero que no es más que el seguir las reglas que la misma sociedad, por decreto o por costumbre establece, para que las relaciones entre las personas sean menos problemáticas.

Son simplemente, esas normas de comportamiento que nos ayudarán a conducirnos con mayor facilidad ante situaciones sociales como la primera cita, la comida con los suegros, las bodas, exposiciones o presentaciones literarias, funerales; en actos profesionales como una entrevista de trabajo, una comida de negocios, un brindis de aniversario o, en situaciones de mera convivencia casual humana como el entrar a un elevador, abordar un avión, subir escaleras, andar en la vía pública, cuidar el medio ambiente, etcétera… ¡Uff! Parece tan complicado vivir con tantas reglas y todavía tener que lidiar con lo que los demás esperan de nosotros.

Debemos tomar en cuenta que los seres humanos aceptamos o rechazamos algo (o alguien), con base en lo que nos hace sentir y, es precisamente eso, que influye en la imagen que los demás se forjan de nosotros. Esa imagen, cuando es recurrente y sostenida en el tiempo, se traduce en una “etiqueta eterna” que nos distinguirá de una forma muy particular y nos dará un cierto valor, positivo o negativo, que influirá, a su vez, en el trato que los demás nos den.

Si a todo lo dicho anteriormente le tenemos que sumar el hecho de “saber comportarnos” en diferentes circunstancias, pensemos en que llega a ser una situación de mucha relevancia para poder “encajar” en el círculo al cual pertenecemos; por ello, te invito a que no sólo te enfoques en actualizarte constantemente en tu área, o trabajar a marchas forzadas por lograr un objetivo determinado, sino que inicia por hacer una reflexión exhaustiva de tu yo interior que te lleve a responder una pregunta básica: ¿qué imagen quiero proyectar a los demás?

Te voy a contar una anécdota (y aquí se vale decir el primo de un amigo): Alguien, en alguna ocasión, llega a mí con un gran coraje, despotricando porque sus subordinados no acataban ni una sola orden de las que él daba, evidentemente, el trabajo estaba atrasado; se jactaba de ser un jefe condescendiente, con un sentido de escucha bastante desarrollado, empático, siempre preocupado por su gente, como para que ellos le pagaran de esa forma. Al escuchar semejante lamento e impotencia y una que otra palabra altisonante (sino es que más bien escuché una expresión decente de una amplio lenguaje altisonante) y observar detenidamente, de pies a cabeza, el atuendo que en ese momento portaba, me limité a externarle con todo respeto que, si quería ser obedecido por la gente que tenía a su cargo y si esperaba que ellos aportaran su máximo esfuerzo por sacar adelante el proyecto, tenía que comenzar por dejar de lado la mezclilla para darle paso a un pantalón formal.

Suena absurdo pero, aunque se trate de un autorizado “viernes social”, existen códigos de vestimenta que, más allá de estar o no a la moda, se trata de una estrategia de imagen que, aunado a nuestros actos, nos posicionan como profesionales y sobretodo, nos permite ser influyentes en los demás. Para este hombre, no bastaba con ser empático, condescendiente y tener todos esos atributos que decía poseer, sino que debió tomar en cuenta que la respuesta que las personas tienen para con nosotros, se resume un una imagen coherente y un trato especial.

Como podrás observar, el protocolo obliga a tomar en cuenta cuestiones como códigos de vestimenta, el saludo, la sonrisa, el manejo efectivo de juntas, las negociaciones, las precedencias, el manejo del estrés, el uso de los medios de comunicación como el dispositivo móvil, mail, redes sociales, blogs y páginas web, así como el comportamiento en la mesa, etiqueta, el uso adecuado de los cubiertos, copas e implementos, los brindis y el arte de regalar.

Conocer cómo funcionan cada uno de estos factores, pero sobretodo, reconocer las ventajas que ello trae tanto a nuestra vida personal como profesional, nos ayudará enormemente a potencializar nuestra imagen y a posicionarnos como expertos en el área dentro de la cual nos desarrollamos.

Me atrevo a ponerte un último ejemplo… imagina que estamos en una cena y tenemos el gusto de conocernos… estoy hablándote justamente de la importancia del protocolo, pero lo que más te llama la atención de mí no es precisamente el interés de mi tema de conversación, sino  mi poco estilo para comer un bocadillo, pues en cualquier momento no sabes si un pedazo de comida saldrá expulsado de mi boca... ¿Me creerías si te digo que soy Consultor en Imagen?...

TU IMAGEN PERSONAL, es la herramienta del éxito PROFESIONAL...

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