domingo, 12 de mayo de 2013

“HOLA, MUCHO GUSTO EN CONOCERTE”


“HOLA, MUCHO GUSTO EN CONOCERTE”
El saludo como primer contacto en una relación

Saludar… un verbo con tantas conjugaciones como expresiones posibles, con tantos significados, intenciones e intensidades. Saludar, se puede limitar simplemente a un “hola” como a un “gracias, fue un placer hacer negocios con usted”.

Cuantas  veces nos hemos topado con personas que, al saludarlas, nos hacen sentir menos, como si no importara nuestra presencia o como si fuera un sacrificio atendernos en un café; o puede ser que al llegar a nuestra área de trabajo emitiendo un animado “buenos días”, los demás responden de una forma parca, tomando muy poca importancia a nuestra cortesía. Lo que todas estas personas no saben, es que el saludo, aunado a la sonrisa, es el primer contacto físico en una relación personal o profesional y, que sin esto, no se iniciaría una comunicación eficaz.

Esta acción, libera una sustancia llamada endorfina que actúa como una droga natural del cuerpo,  causante de una energía desbordada en el ser humano, la cual elimina el dolor funcionando como analgésico, pero además, inhibe el estrés y produce psicológicamente, empatía con los demás.  Si tomamos en cuenta estas características, el saludo va más allá de una simple expresión, tiene que ver con la cortesía, la educación, las relaciones afectivas y/o la proximidad.

Las formas en las que podemos llevar a cabo un saludo, son múltiples como una inclinación de cabeza, un abrazo, un beso (éste último es más que prohibido en las relaciones profesionales), pero sea cual sea su expresión, debemos tomar en cuenta que se trata de un gesto que revela en gran medida nuestra personalidad y las intenciones que tenemos para con el otro.

En el ámbito profesional, el saludo deberá limitarse simplemente a un apretón de mano, considerando que éste debe ser firme y directo sin llegar a ser tan severo que  hagamos que el otro se muera de dolor al sentir sus dedos quebrarse, pero tampoco tan ligero como para parecer que saludamos a “su majestad”. Como he dicho con anterioridad, el saludo es una extensión de nuestra personalidad y, como tal, deberá mostrarnos seguros de nosotros mismos, con una buena disposición pero, sobre todo, deberá causar una buena impresión tanto física como verbal.

Por el contrario, el saludo en los demás, nos revelará información valiosa para saber cómo es la persona que saludamos e incluso intuir cuáles son sus intenciones y los alcances de esa breve relación con el interlocutor. En otras palabras, el saludo es un arma de doble filo, o favorece la interacción, o cierra todo canal de comunicación, al grado de llevar por la borda esos únicos 10 segundos de gracia, que esta acción nos otorga para lograr el objetivo deseado.

Recuerdo bien, alguna vez en una reunión importante, observar un gesto que me causó un total descontento. Se trataba de un grupo de “personalidades”, unos conocidos y otros que apenas se relacionaron en ese momento; uno de ellos, tiene la cortesía de presentar a otro que, por su presencia, parecía un tipo de mucho poder en ese ámbito; sin embargo, un tercero hizo caso omiso a ese acto dejándolo con el brazo estirado y con el “mucho gusto” a media garganta. Fue increíble, inaudito para los que estábamos ahí presentes, observar que él se limitó a bajar discretamente su brazo y continuar como si nada hubiera pasado. Al cierre del evento, el descortés le dolió su metida de pata cuando se dio cuenta que, aquella persona “X” para él, se trataba de su próximo cliente potencial. Evidentemente, la negociación nunca se llevó a cabo.

Situaciones como estas, se presentan diariamente y a cada momento por no tomarle el valor debido a un saludo. Los políticos por ejemplo, basan su relación diplomática con otros países en diversos factores y, uno de tantos, es la forma en que se saludan en actos públicos. Observaremos cómo las manos de ambos se mantienen estrechas a la misma altura y con la misma intensidad, pues si uno de ellos coloca su palma de la mano hacia el piso, denotará sumisión, cosa que no es conveniente para su carrera política, ni para el país al que pertenece.

Con esto quiero invitarlos a todos, a que nos preocupemos por llevar a la práctica el arte de saludar, pero sobretodo, que disfrutemos de las ventajas que nos pueda traer en el ámbito personal y profesional. Seguramente, como toda actividad, al principio nos cuestionaremos si es o no el saludo correcto, pero a medida que hagamos conscientes los elementos que lo conforman (sonrisa, contacto visual, naturalidad, talante) los resultados serán aún mayores.

Ahora te pregunto: ¿Estás dispuesto a iniciar desde este momento el experimento y descubrir las ventajas de su práctica?... ¡prepárate que los resultados son óptimos!

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